SALTO CON TROPIEZO
Fiel a
su cita anual, el sábado tuvo lugar el duatlón de Logroño. Además del hecho de
correr en casa, suponía una nueva ocasión de juntar a la mayoría de miembros de
nuestro equipo, aspecto que no resulta sencillo por la divergencia de nuestros
calendarios. Una pena la ausencia de Marco y Borja, con cita en Portugal y el
Campeonato de España de duatlón en larga distancia respectivamente. Ojalá sea
posible que estemos todos en nuestra próxima cita riojana, Galilea…
La
presencia foránea es cada vez mayor en este duatlón, que había agotado el cupo
de inscritos hace dos semanas. Aragoneses, navarros, vascos, castellanos…confiaba
en que entre ellos hubiese algún notable atleta dispuesto a agitar la
competición…
La
salida, comandada a ritmo vivo por mi compañero Víctor Fernández prometía, pero
el ritmo no tardó en deshincharse a 3’20”/km e incluso menos. Tras el primer km
tomó el mando de las operaciones Burdaspar, un duatleta navarro del Saltoki,
manteniendo un ritmo similar. La velocidad, me parecía algo así como estable
dentro de la gravedad. Llevadera dentro de una cierta incomodidad. Me veía con
el margen suficiente como para incrementar las revoluciones pero no veía ningún
sentido a irme sólo, con lo que había por delante. Menos aún, con el viento que
soplaba.
Se
fueron alternando varios de los nueve supervivientes en la cabeza de la prueba.
Burdaspar, Zancajo, Sicilia…y tras ellos me mantenía segundo a la espera de
acontecimientos. Ya parecía que íbamos a llegar sin más novedad a boxes cuando
me alarmó un movimiento: Monagas, agazapado durante toda esta primera carrera,
surgió a falta de 300metros para colocarse en primera posición. Interpreté que
pretendía dar un certero golpe para marcharse en la bici desde el primer metro
así que aceleré el paso para rebasarle antes de entrar a boxes. Allí sucedió la
tragedia...
Cuando
ya enfilaba hacia la salida de la transición, un oficial me forzó a recular
¿qué pasa?
-Las zapatillas, que
las tienes que meter en la caja.
–¿Pero cómo? ¿no puede ser luego? –pregunté
con la desazón de lo que me estaba jugando…
-Ahora, ahora…
Menudo caos…reculando en
boxes, se me escapó la bicicleta al suelo mientras dejaba las zapatillas…francamente
fueron momentos tensos. Sabía que se me estaba escapando toda opción por una
payasada. Más amargura sentí aún, tras conocer que a la mayoría de los
participantes no se les requirió hacer lo mismo. Por una estúpida norma sacada
de la chistera (jamás la he visto en otro duatlón y ya he corrido unos cuantos)
e interpretada de forma arbitraria no se puede jugar con la ilusión de la
gente. Que se lo hagan mirar.
Así las cosas, cuando conseguí
salir, con casi 20segundos perdidos, vi a Monagas marchándose ante la mirada
impasible del resto de participantes. Nadie hizo el amago ni de ponerse a su
rueda. Algo que por muy buen ciclista que sea, me parece inaudito…
Mientras
tanto, mi primera batalla era alcanzar al “grupo perseguidor” por decirlo así.
Mi cabeza no funcionaba con fluidez y me estaba costando un mundo atarme las
zapatillas.. Por suerte o desgracia las cosas iban con calma por ahí y no tardé
demasiado en contactar.
Eramos
ocho en el grupo. La cabeza ya a 20-25segundos. Con 5horas semanales de
bicicleta la idea de saltar en solitario a por Monagas era comparable a hacer
surf en el Triángulo de las Bermudas. Necesitábamos de la complicidad de todos
para recortar diferencias. Invité a los corredores a pasar relevos cortos pero
la situación era aun más caótica que el año pasado. Las diferencias crecían y
crecían hasta que llegados al 1’30” de desventaja decidí olvidarme y centrarme
en la búsqueda del pódium, cosa que por otra parte creo que era la idea
preconcebida de la mayoría de los allí presentes. Siendo sinceros no di un solo
relevo en los últimos 10km. Ya puestos a gorronear…para perro yo.
Los relojes en boxes lloraban
como si de un cortejo fúnebre se tratara. La diferencia respecto al líder era
infumable... Pero lo que ahora nos interesaba…el vallisoletano Zancajo había
cogido diez segundos y los restantes seis llegamos a boxes en situación de “empate
técnico”. Había que resolverlo en los restantes 2.5km de carrera a pie.
El
hecho de llegar por primera vez a la 2ºcarrera con la frescura de las mejores
lechugas se tenía que notar. Nada más calzarme las zapatillas puse una marcha
por debajo de 3:20/km. Instalado en ese tren iba alejando los jadeos del resto
del grupo pero había uno que sonaba por todos: Eder Rodríguez, todo un
especialista en los tramos finales resistía pegado a la nuca. Literal.
Escuchaba su respiración como si fuera la mía. Sonaba fuerte, entrecortada pero
se mantenía impasible. Ante eso, conseguía mantener el ritmo pero no podía dar
más. Buscaba en mis adentros un cambio de ritmo que no tenía pero Eder tampoco
lo forzaba…
Miré
para atrás y el resto ya estaba más lejos. El pódium ya estaba asegurado y eso
me tranquilizó, me relajó. La segunda plaza iba a estar entre Eder y yo, pero
el vizcaino, mucho más rápido, hizo gala de su velocidad y me relegó al bronce.
Objetivo logrado ¡Primer pódium duatlético!
Una vez
en meta a comentar la jugada. El tercer tiempo que dicen en rugby y sería extrapolable
a este deporte, la verdad es que mola...Pude comprobar como llegó Antar en
5ºposición, Víctor y Julián juntos muy cerca del top10 y no mucho más atrás
Alvaro Villar en torno al 20º. Las chicas no fueron menos. Metimos a Valva en
el pódium (no hay mes que no pesque algo) y muy cerca a Ainhoa en 4ºposición. En
clave riojana destacaría como Monagas mantiene su hegemonía y el ascenso del
joven calceatense “Batxan”, que podría dar la sorpresa en la lucha por el pódium
del Campeonato de La Rioja. En un mes comprobaremos que pasa.
El
balance personal es muy positivo. Por primera vez entro en el pódium individual
de un duatlón, un paso importante, y obtenido tras salvar una situación complicada.
Mi mejor puesto hasta la fecha era un séptimo con lo que el objetivo esta más
que cumplido. El próximo sábado volveré a competir en el duatlón de Durango,
dónde trataré de continuar la buena línea de la pasada semana.