JUNIO EN BLANCO, VERANO A FUEGO
Este mes que concluye he tenido un poco abandonado el blog. A
pesar de que no era mi intención la inactividad deportiva de este periodo se ha
contagiado a otros campos y no ha habido ni tiempo ni inspiración literaria
para rellenar estas líneas.
Tres
semanas sin correr, han llevado mi nivel a un magnitud inversamente
proporcional al mercurio de los termómetros, pero las articulaciones se han
sanado y las molestias, tan tumultosas en los albores de la temporada 2014/2015
han desaparecido. Empieza un nuevo curso desde cero para lo bueno y lo malo.
Los registros de mis entrenos están
siendo lentos pero aunque me da pena verlos resultan bastante más rápidos que
los que realizaba el año pasado cuando empecé a entrenar.
La evolución
parece estar ahí
y confirma esa teoría de los grandes campeones en sus victorias, cuando
comentan que ha sido el fruto del trabajo de muchos años. Es difícil que alguien que no es un portento
físico como yo sea campeón de algo pero aspiro a mejorar los resultados
anteriores. ¡Y estos datos motivan!
En
otro orden de cosas, durante mis días libres he tenido tiempo para cultivar
otra de mis grandes pasiones: viajar.
El destino fue uno de los más excitantes que he tenido la suerte de descubrir hasta
la fecha, la exuberante nación escandinava de Noruega.
En lo alto del Preikestolen, con una caída libre de…¡ 600metros!
Hay unos cuantos mitos que tenemos por estos lares sobre
los países del Norte de Europa.
Parece ser que todos sus habitantes son ricos, ganan 3.000euros al mes, se
mueven en cochazos de 6metros y les gusta exhibir su poderío económico paseándose
con ropajes caros por las avenidas de sus ciudades. Pues bien ¡nada más lejos
de la realidad!
Vale, lo del dinero es una
verdad a medias. Un salario de entre 2.000 y 3000€ es bastante frecuente en
Noruega pero debeis saber que el coste de la vida es el triple. Un billete de
autobús urbano cuesta 5€, una ensalada del supermercado 7€, una caja de leche
2.20€…sacad vuestras propias cuentas.
La
gran diferencia resulta en la igualdad económica de su población. Una nación cuya tasa de
paro es inferior al 4% ya indica que por “poco” que ganen sus habitantes todos
ingresan y así es complicado que caigan en tasas de pobreza y marginalidad como
las que vemos en nuestras ciudades. El país con más riqueza mundial por
habitante resulta ser también el más igualitario. ¡Curioso!
Riqueza infinita económica y paisajística. Saben conservar muy
bien las dos
Aunque si algo me sorprendió
de la idiosincrasia noruega es el asunto de su fondo petrolero. Al parecer en los años 70 se descubrieron enormes
reservas de petróleo en sus costas, lo que se tradujo en inundar las arcas
nacionales de eso que llaman “petrodólares”. En el 99% de los países esa
llegada de dinero fácil se habría traducido en construir autopistas a ninguna parte, faustuosos polideportivos en
pueblos de 100habitantes o en enchufar a medio país cautivando su voto como
quién quita el caramelo a un niño. Pero en Noruega…
En
Noruega hicieron lo imposible.
Las principales fuerzas políticas del país llegaron a un acuerdo para preservar
los ingresos que les llegaban del petróleo, usando únicamente el 5% de sus
beneficios anuales para proyectos. A este pacto llegaron todas las fuerzas
políticas para evitar el derroche del dinero con fines electoralistas a fín de
preservar el futuro. Y como una hormiguita, a lo largo de los años de paciente
ahorro ese fondo ha crecido hasta alcanzar la descomunal cifra de
590.000millones de euros. Esta cantidad supone hoy mas de 1% de la
capitalización mundial en bolsa,y para
que os hagáis una idea de su dimensión, es similar al mayor fondo de pensiones
de EE.UU con una población de sólo 5millones de habitantes.
Por eso sorprende ver como las infraestructuras son
sensiblemente peores que las españolas pese a su boyante economía. Numerosas
carreteras nacionales carecen de arcen y no disponen de alta velocidad. Han priorizado el “gastar lo que se tiene”
y no hipotecar el futuro de sus ciudadanos en inversiones faraónicas a ninguna
parte.
Cascada de las siete hermanas
en el fiordo de Geiranger
Es cierto que el clima
condiciona a las personas y al igual que los andaluces derrochan alegría, los nórdicos pueden resultar fríos de
entrada, pero resultaron especialmente amables cuando les pedí ayuda para
encontrar algún lugar y no fue extraño que varios transeúntes perdieran
10-15minutos en darme indicaciones con todo tipo de detalles, ¡incluso
dibujando mapas!
Casas vikingas en Bergen. Parecen de un parque temático, pero en
realidad vive y trabaja gente…
En definitiva, una sociedad casi modélica. No perfecta
porque tienen sus defectillos pero en la que vale la pena fijarse, ¡creo que
ganaríamos mucho! Y hablando de fijación, eso es lo que siente uno cuando mira
por las ventanas de sus autobuses o trenes. Cada km de su territorio es una explosión de verdor, lagos,
naturaleza, cascadas cayendo desde lo alto de las montañas. Parece como un cuento de hadas, digno de ver y
conocer.
Fotografía sacada desde el
ferrocarril que ilustra lo que es viajar por Noruega. No puedes apartarte de la
ventanilla…